miércoles, 24 de enero de 2018

Espada de madera

    No siempre se tienen ganas o simplemente impulso para hacer algo, en este caso sería algo como escribir. No hay una necesidad específica porque no vivo de ello, porque he aceptado una situación en muchas ocasiones asfixiante.
¿Aceptado?¿Acaso he hecho algo para que sea diferente? Más que aceptar es una especie de acomodo, de adaptación. ¿Sería mejor correr y sentir que no llegas a muchas cosas? Aunque económicamente pudieras comprarte la luna. No, cada vez estoy más convencida de que al final una necesita una excusa para justificar la sensación de vacío, pero no siempre hay una explicación, en realidad tengo tiempo para sentarme aquí, en una silla de la cocina de mi casa, con un ordenador nuevo que no necesita estar enganchado a la corriente y por lo tanto puedo escribir en él desde donde quiera. No se trata de cómo estoy sino más bien de cómo me siento. Es como si una serie de pensamientos negativos se hubieran acomodado en el cerebro y todo mi cuerpo hubiera sucumbido, y yo consciente de ello lucho para que no venzan los malos. A veces pienso que es una cuestión de actitud y algunas de esas veces logro cambiarla, y cojo una espada de madera y comienzo una batalla, y precisamente por la actitud sé que ese día voy a vencer yo, que no voy a acabar metida entre las sábanas huyendo de los monstruos. Soy muy valiente, en realidad nunca me he metido en la cama, siempre he cogido esa espada simbólica llena de fuerza y de luz y la he manejado como si yo fuera una guerrera medieval, y aunque la espada de madera pesaba como si se tratara de una de puro acero, yo la blandía como si se fuera un arma ligera.
   Ya lo sé, ya sé que parece fácil escribir sobre lo bien que estoy y lo mal que me siento en ocasiones, y lo tranquila que me quedo cuando lo reflexiono a través de la escritura y lo cuento y me libero. Parece fácil cuando en la relatividad de los dolores ahora mismo mis problemas principales no tienen que ver con una enfermedad real, física, propia o que afecte a un ser muy querido. Es cierto que hay personas a las que quiero que están en esa lucha, y que para ellas este tipo de malestares del alma son simples tonterías, pero ya he dicho que todo es relativo, y que hasta la persona aparentemente más afortunada puede verse inmersa en una situación de desánimo que la empuje hacia lugares muy oscuros. No es mi caso, estoy bien, con la fortuna de ver los botes de limpiador multiusos muy cerca de mí y rozarlos solo con la mirada, distanciarme nuevamente de ellos y escribir. La escritura es para mí esa lucha en la que salgo vencedora porque ahí dejo a los monstruos malolientes, camuflados en una mirada que es capaz de distanciarse. 
    Ojalá todos encontremos la paz, esa necesaria serenidad, para vivir y sentir la vida fuertes y equilibrados. ¿Te pienso? Sí, te siento desde esta distancia temporal, siento todos los momentos que hicieron de mí lo que soy, si tuviera que elegir entre todos los momentos que he vivido...no podría, han sido muchos.

Isolina Cerdá Casado
 

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