jueves, 13 de julio de 2017

Estrellas en la noche.

Puede que no haya otra vez. Ya, eso lo sé pero si el ahora no es de verdad de qué sirve hacer. Hay que moverse porque te nace, o hacer todo lo posible para que nazca, para que la flor se abra, para que el sol te deslumbre o deslumbre a ese mundo que soñaste. Pero también tienes derecho a pararte y a mirar, no quiere decir que hayas perdido, la vida no es una prueba de nada, ni una meta. Yo creo que la vida es caminar, ir, incluso el no ir es vida, el estar parada, el dejar que esa falta de no sé qué se vea pronto saciada, o no, o que pase el tiempo, o que te asomes a la ventana y te des cuenta de que no estás como has estado otras veces, ni mejor, ni peor, claramente no mejor, pero dudas que en otro tiempo fuera mejor. En realidad has puesto en el punto de mira a todo, no solo al arsénico del arroz sino al concepto mismo de vivir impulsada, o con ilusión, no sé, no creo que sea que no tengo ilusión, es como si necesitara estar así, quieta, esperando. Las noticias de las personas que significan algo en tu vida tampoco han sido buenas últimamente la verdad, y me digo: pues podría escribir sobre todo lo que me rodea, ya, sí, pero no creo que deba hacerlo si quiera, en realidad lo que me rodea es la propia vida. La vida que no siempre es grata, es que estoy en un estado en el que ni si quiera creo que algo muy bueno lo hiciera cambiar. Y eso es gordo, es gordo pensar eso, el hecho de que ahora mismo sientes que estás en el pozo del Juego de la oca, o algo así, tienes a tu mente ahí, entre paréntesis, preguntándose qué será de ella. Claramente la vida sigue, claro, no puedes dejar de caminar, y con ello no quiero decir hacer algo contra mí, no, no es eso, es como si sintiera que necesito hacer algo pero no sé qué ni para qué realmente. No me falta nada, pero tengo inquietudes que no están cubiertas, aunque ese vacío viene de dentro, de muy adentro, eso lo sé, por eso estoy tan convencida de que no cambiaría nada aunque de pronto me encontrara paseando por la orilla de ese océano maravilloso, por una de esas playas del Caribe que salen en Españoles por el mundo, esas que al verlas en la televisión te da la sensación de que deberías estar allí, paseando, caminando por la arena y respirando. Pero luego vuelve esa sensación de vacío, esa falta de impulso y te das cuenta de que necesitas encontrar el camino adecuado, el que te llene de verdad. Y no, no es que no sea feliz con mi familia, ni con mis hijos, ni con mi pareja, ni es que me falte algo económico, no, los huecos del alma no se cubren con dinero. Creo que mis huecos solo se pueden llenar con algo maravilloso, algo que tiene que ver con el espíritu creativo y artístico, y la verdad es que si no tuviera la necesidad no escribiría sobre ello, y la necesidad viene del impulso, del latir, porque si no latiera esa parte de mí no me sentiría así: con ganas de explosionar. 
Tal vez ha llegado la edad, esa en la que empiezan a pasar cosas duras alrededor  con demasiada regularidad, a gente a la que quieres, y no acabas de poder asumirlo, eso de que te digan que un amigo inicia una dura lucha y que ya lleves en tus alforjas tantas otras luchas idénticas que afectan a otros amigos en este mismo año. Recuerdo que una vez, al saber que había fallecido un amigo de mi padre pensé en él, y me dije a mí misma que debía ser duro el hecho de empezar a despedirse de personas que han recorrido la vida contigo, a veces repentinamente, otras después de una larga lucha, pero haber vivido ocho décadas tiene eso, que uno acaba por hacerse a ello. No, no creo que se haga uno a eso nunca, en realidad no lo pienso de verdad, por más que seas capaz de hablar de ello con naturalidad como lo hace mi padre e incluso aunque seas capaz de decir frases trascendentes con total cotidianidad como eso de..."Qué le vamos a hacer, la vida es así de dura, muy dura."

Aunque no lo parezca, hay estrellas en la noche. Lo mismo que hay ilusión en el camino oscuro; tarde o temprano acertarás pulsando el interruptor adecuado. ¡Seguro que sí! Eso se llama ilusión e impulso potencial, son las estrellas que hay que descubrir para ser conscientes de que caminamos bajo la protección de un manto de luz inspiradora.

Isolina Cerdá Casado


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