Lo peor de que te desaparezcan los impulsos es que la esperanza se hace invisible y con ella toda posibilidad de cambio. Cuando la esperanza se ha hecho invisible tienes que recurrir al más básico amarre al sentido de todo esto y es que por encima de todo estamos vivos y mientras eso sea así hay esperanza aunque sea invisible, la misma posibilidad de pensar en ella es la confirmación de su existencia.
Así fue como la niña volvió hasta la mujer, llegó como una especie de sombra tomando un cuerpo que siempre fue suyo, la envolvió en los suspiros helados de un viento esperanzador cargado de ilusiones de niña feliz y rodeada de estrellas. La mujer se puso en pie, salió de aquella cueva oscura en la que se había refugiado huyendo del monstruo del miedo. Una estrella fugaz le indicó el camino que debía seguir. Luego desapareció. A la estrella la guió la luna. A la luna la meció la nube. La nube desapareció de un llanto. Y la mujer siguió su camino bajo la protección de un cielo estrellado lleno de esperanzas invisibles cuya existencia nunca más volvió a poner en duda.
Isolina Cerdá Casado
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