martes, 27 de agosto de 2024

No te olvides

 





Era fuerza, es luz. No te olvides de ti misma, de tu energía, de tu magia creativa, de la necesidad expresiva. Porque si no te ahogas, lo sabes y lo sientes. Quiero decirte que siempre hay esperanza, siempre, por mucho que parezca que tu mundo se hunde, que se tambalea. 
Esta plantita llegó a Madrid hace diecinueve años, la trajo de mi campo mi marido, la había plantado mi mamá, cada año nos regala flores como estas para recordarnos que ella estuvo aquí, y sigue ahí, siendo luz. Ni la Filomena ha podido con ella. Maravilla inspiradora.

Isolina Cerdá.

Juego creativo, imagen inspiradora.


Todo comenzó aquel día, una tarde cualquiera, me metí en un baño de un gran centro comercial, mi hija esperaba fuera frente al espejo arreglándose el pelo tras lavarse las manos. Una vez hice pis, de pie, revisé cuál era el alcance de mi puntería pélvica, y justamente al ver el esparcimiento sobre el váter de ciertas gotas amarillas me entró en el cuerpo ella, la inspiración. Y mientras limpiaba el derrame con un montón de papel higiénico tuve un extraño impulso de escribir, de contarlo, de dejar inmortalizada esa sensación tan agradable y peculiar al mismo tiempo, sobre todo por cómo surgió, curiosamente sentía que tenía que ver con la madurez y ese momento concreto de mi vida en el que solo me importaba vivir, no me miraba para ver si estaba guapa o no, no tenía necesidad, me sentía bella, bien, sin presiones, casi flotando. Salí del baño con una sonrisa, mi hija me miraba inquisidoramente tratando de saber qué me había pasado, pero no me preguntó y yo no le dije nada, no podía explicarle en ese momento de esparcimiento que un poco de orina derramada me había causado dicha sensación. Algún día lo leerá. Lo mismo que "Algún día llegarás", Corazón.
La cuestión, llevo todo el verano queriendo sentarme a escribir, bueno, con el impulso, con ese punto de inspiración creativa que busca una salida, que necesita de un tiempo de dedicación y exclusividad. Y justamente hoy, tras leer un texto escrito por mí en el 2015, "La mujer que se cortó la trenza y le dio la llave al príncipe para que entrara por la puerta. Ahí acabó el cuento", he pensado que hace mucho tiempo que no escribo creativamente, todo esto ocurrió mientras terminaba de desayunar y decidí inmortalizar la imagen y dejarme llevar por lo que ahí ocurría, o podría ocurrir, o tal vez estaba ocurriendo. 
La mujer zurda se había cortado en dos, fue un corte limpio, tan limpio y reluciente como lo fue aquel que tuvo lugar en el porche de una caravana, cuando una mano buscaba a tientas unos pendientes que un buen amigo le trajo de Italia y una cuchilla torpemente metida en la bolsa de aseo le rebanó la yema del dedo gordo de su mano izquierda.
La mujer se sentía feliz cortada en dos, sabía que iba a causar una gran y redundante felicidad a la escribidora, acompañada de un buen café con leche. Sus dos mitades se adentraron en la tostadora Taurus, allí estuvieron un tiempo finito, y cuando se tostaron lo suficiente, una de las mitades se vio untada por una fina capa de mantequilla sobre la que bailó otra capa de mermelada de tomate. A la otra mitad le tocó un gran chorro de aceite y adquirió un color dorado que mojada en la piscina de café parecía una provocadora jovencita a la que solo le faltaba un gran bikini rojo hecho de tomate restregado para enloquecer a las masas. 
Bueno, vale, no era una mujer, era un trozo de pan que le quedó a la escribidora del día anterior y que compró en un super mercado exprés cuando paró al volver del dentista para comprar los cereales del gallo que tanto gustaban a su hija. 
Un bizcocho esponjoso estaba dentro de un táper de tapa naranja, hecho con los huevos de mi marido, de yema naranja, unas hueveras con más huevos se escondían en las hueveras reutilizadas de huevos de gallinas de maridos ajenos que trabajaban en granjas de Almoguera y de Totana respectivamente. El dato es curioso e innecesario, lo sé, pero de repente salgo de Madrid, y paseo mi mente por Guadalajara y por Murcia, ésta última alberga agradables recuerdos y personas inspiradoras muy importantes en mi vida creativa. 
Y la medicación, la mía, envase gastado verde, la de Agus, envase gris, y la de Leia, mi perrita bonita, dos cajas.
Sal rosa y un ticket de una tienda de plantas y animales de color verde, que inmortaliza las plantas que ha comprado mi marido para un estanque maravilloso que ha hecho poquito a poquito, suave, suavecito.
De fondo, previo encendido con el mando del televisor, se escuchaban testimonios y noticias diversas: el juicio de Daniel Sancho (creo que esa ha sido la determinante para dejar de hablar de dos mitades de mujer tostada), la muerte de una mujer aristócrata y muy joven, el Procés y sus historias, y la Caixa y la mujer del presidente... En ocasiones es mejor apagar la tele, como hace mi hija cada vez que escucha una noticia triste o dura, prefiere permanecer en la ignorancia antes que hundirse en la tristeza de la oscuridad cotidiana. Es muy sensible y empática, la pobre ha salido a la madre.

 

Esto es lo que ha salido de un momento de impulso e inspiración, solo por si alguien lee el texto, alguien que no sea yo, alguien que de pronto llega hasta él, me conozca o no me conozca, ha de saber que la conclusión clara es la siguiente: Todo llega, lo bueno y lo malo, todo pasa, lo bueno y lo malo. A los momentos de dificultad solo les queda una cosa: pasar y que lleguen otros momentos de menos dificultad. Así que si estás en un momento de tu vida difícil, lo mismo que ese instante inspirador llegó y se fue, y ha vuelto, lo mismo que las gotas de pis desaparecieron por la pasada contundente de un papel higiénico de calidad. Lo amarillo, pestilente  e invasivo que tengas en tu vida ahora pasará, simplemente coge un buen trozo de papel absorbente, puedes ir a un centro comercial y coger un trozo en uno de los meaderos y limpia, limpia, limpia.

          La inspiración llegará y el mal momento pasará, te lo dice una mujer cortada en dos, con una                  buena mermelada de tomate untada en cada uno de los rincones de su cuerpo. 

 Isolina Cerdá




 

No te olvides

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